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VIOLENCIA

Debemos aprender a “entender más y a juzgar menos”. Lo cual significa que en la medida en que avancemos en nuestro autoconocimiento, tendremos mejores elementos para evitar prejuicios.


Un poco de historia

Hsun-tzu pregonaba que el hombre era malo por naturaleza, inclinado a la ambición, la envidia y el crimen. No obstante, consideraba que puede reformarse si se somete a la disciplina de un Maestro y si cultiva la humildad paciente y continua.


Por su parte, San Agustín pensaba que el hombre es malo por naturaleza a consecuencia del pecado original. Pensaba que todas las cosas creadas por Dios existen y son buenas aunque imperfectas. El mal existe porque Dios nos ha dado el libre albedrío y hemos escogido libremente hacer el mal.


Para Sartre la violencia es una figura por antonomasia de lo que llamó “mala fe”. Sin adentrar en el concepto ponderaba la profunda falta de empatía al tratar a las personas como meros objetos.

En contraste con San Agustín, Rousseau defiende que “El Hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”. Las raíces de la violencia no hay que buscarlas en el interior de las personas sino en las circunstancias en que se encuentran cada una de ellas.


Mi opinión

Pienso que la violencia y la agresividad son expresiones de fuerza instintivas e innatas del ser humano. Gracias a las cuales hemos logrado sobrevivir y evolucionar. Usamos la agresividad a diario, por ejemplo para levantarnos de la cama cada mañana.


La especie humana ha adquirido ciertos parámetros que, frente a urgencias, provocan reacciones de modo natural. Son ejemplos ampliamente demostrados: la dilatación de las pupilas, la taquicardia, los aumentos de presión y eso que decimos coloquialmente: “se me subió la adrenalina”. Los mecanismos biológicos anticipan que nuestros músculos actúen, ya sea para salir corriendo o para agredir. El componente emocional que acompaña a estos cambios orgánicos pueden ser el miedo o la ira.


Dichos mecanismos se disparan ante estímulos que percibimos como agresivos, sean o no reales. Se ha descubierto con toda claridad que la amígdala cerebral (una parte con forma de nuez que controla las emociones, especialmente el miedo y la agresividad) se activa inmediatamente ante el peligro. Pero como ocurre con todas las estructuras del sistema nervioso, la amígdala cerebral puede funcionar mal y accionarse por estímulos para los cuales no estaba originalmente diseñada. Eso nos pasa con el dolor y con otras tantas cosas de la vida diaria (recuerdos traumáticos que nos dejan su huella más allá de cualquier control racional). Este funcionamiento de la amígdala cerebral explica por qué hay sujetos gratuitamente agresivos.


Otro factor desencadenante de la violencia puede ser una deficiencia en la producción de serotonina, un neurotransmisor cerebral con influencia directa sobre los estados de ánimo. Se ha probado que cuando dichos niveles son bajos se incrementa la depresión y la violencia.


En el fenómeno de la violencia no sólo influyen los mecanismos cerebrales, sino que intervienen algunas condiciones ambientales que, si se presentan en los primeros años de vida, pueden llevar al camino de una personalidad hostil y paranoide, propensa a la violencia. La principal influencia es la relación del niño con la figura materna: cuando las madres son frías y distantes y no logran establecer vínculos afectivos sólidos, los hijos suelen crecer con resentimientos y hostilidad social, recrudecidos en ocasiones en la adolescencia y a veces convertidos en deseos de venganza. Igualmente condicionante puede ser el haber sufrido durante la niñez abuso sexual, maltrato físico, indiferencia o abandono de los padres.


¿Nacemos buenos o malos?

No nacemos ni ángeles ni demonios. Indudablemente hay factores genéticos que predisponen a la violencia pero, en mi opinión, será el clima social y el camino educativo el determinante para usar la violencia de forma positiva como protección y defensa de valores humanos y no para atentar contra ellos.


Por todo esto, pienso que reducir la violencia al supuesto motivo inmediato que la provoca, homofobia, machismo, etc… es simplemente un gran error. Si no se entiende el problema, es imposible dar con la solución.

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